lunes, 30 de diciembre de 2013

No puedo dormir. Es decir, pude durante un rato, pero luego me desperté y la cabeza se encargó de hacer lo suyo, como siempre. Quiero depurarme, la situación ya se empieza a tornar insoportable. Tengo ganas de escribir tantas cosas, pero todas ellas me suenan a clichés (como esto mismo que estoy escribiendo ahora). El sentirse solo, traicionado, dolido... el sentimiento de no saber quién sos, todas sensaciones repetidas hasta el cansancio por todo el mundo, ni siquiera eso me define, la gran puta.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Sentir en los brazos el goteo del tiempo, mientras mis pies se enriedan entre las hormigas en lo profundo de una nube verde de tierra, hojas y momentos. Mis ojos se derriten lentamente sobre un hielo que se ríe de mi, esquivando mi mirada profunda posada sobre él. Ver el mundo boca abajo, como un murciélago al derecho que contempla las imágenes con ultrasonido.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Cómo viaja la noche sobre un prado verde de nadas agrupadas. Cómo la materia se va desintegrando de a poquito evidenciando el espacio creciente entre sus partes. Tranco, sigo, paro. Abandono este cuerpo, me voy, lo dejo al menos por un rato para poder sentir sin condicionamientos. Me declaro libre al fin sobre este pedazo de tela, testigo y soporte de lo que quede de mi en mi viaje momentaneo, emancipación divina (o no tanto), liberación, desapego, nada.

Se dibujan los campos en el interior de mis párpados, para que pueda recorrerlos incorpóreo y libre, relativo. Dejo atrás toda experiencia para rellenarme de nuevo con otras cosas que me sirvan para crear un nuevo yo, desprovisto de todo lo que me envenena. Purificación espiritual, podrían llamarle. Yo prefiero decir que mando todo a la mierda.

lunes, 25 de noviembre de 2013

viernes, 20 de septiembre de 2013

Catarsis

¿En qué momento me convertí en esto? Me encuentro rodeado de gente, las luces me marean. El sonido me golpea en la cara como si fuera un puño cerrado, mientras yo estoy en un sillón horriblemente incómodo, sosteniendo mi cabeza para que no se vaya. Siento cómo se me mojan los ojos, las pestañas, las mejillas, la nariz, las manos, la ropa, el alma... estás ahí nomás, como a un suspiro de distancia, y no te das cuenta. No me ves llorar, no me ves existir.
Por mi mente pasan imágenes que te involucran, escucho que mi voz dice "volvé, volvé", en un tono agudo y nasal, y vos pasás como si nada, al lado mío sin siquiera mirar. Mejor, me ahorro el melodrama. No quiero que me veas así.
Las lágrimas me cortan la vista, no puedo ver nada.
Así no puedo.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Me lleva el viento

Te veo cantar,
Tu voz es la mueca de tu corazón.
Me veo tan lento,
Corriendo a tu lado, sudando ilusión.

Son pocos momentos
Que venden mi cara al mejor postor
Y cuando anochezco
Me deja archivado al fondo del galpón.

Y cuándo estoy solo en mi callejón
las ratas se asoman a ver
Todo ese invierno color papel
que me viste sin ser

Más que un reflejo sin realidad
Más que una luna naciendo del mar
Me lleva el viento hacia tu lugar.

Te veo cantando las rimas sin par
de una tropa vieja de estrellas.
Y en ellas te vas a bailar,
olvidando tus pies en la tierra.

Mirando de lejos, sin molestar
me arrulla tu voz en mi cuna de sal.
Soy solo un niño viejo
Soy solo un niño viejo.


Muy temprano para ponerme a escribir. Voy a ahogarme en una taza de café y a intoxicarme con un Cerrito.

jueves, 5 de septiembre de 2013

It's cool, we can still be friends


Sí, ya lo dije. Otra noche complicada dentro de mi cabeza. Despierto y no sé, no entiendo nada, no recuerdo nada. Me cuesta articular ideas, escribirlas; sencillamente me cuesta pensar. No sé por qué pierdo mi tiempo con algunas cosas que sé que no me traen nada, pero cuando tenés una marca a fuego en la cabeza es inevitable, ¿o se puede olvidar todo así nomás? Cuánto me quedará por aprender, imagino, mientras sumerjo la cabeza en la memoria y se me secan las manos por exhibírselas a tu recuerdo. Capaz que solo es una señal que me recuerda que me hacés mierda.
Siento que me repito constantemente con estas cosas, todo el tiempo. Pero tengo que expresarlo de alguna manera, porque si guardo todo esto adentro mío, reviento.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Otra noche de desvelo, llenando de humo el vacío que me invade. ¿Cuántos secretos entran en un cigarro? Maldita analogía; quemando tus recuerdos pero tragándomelos. ¿Sabés? No, no sabés. Estoy harto de preguntarme cosas a mi mismo, pero no puedo evitarlo. ¿Cómo compararte, sin que te des cuenta, con un vaso de algo o con un sonido? Buh, clichés. Yo no quiero compararte, yo prefiero saber dónde encontrarte para saber cómo matarte dentro de mi. Todavía tengo tu voz en mi garganta, necesito apagarla. Ni cuatro o cinco whiskys son suficientes, necesito más. Aún tengo tu piel sobre mi carne, una hoja de afeitar no alcanza.

Toda esta introducción mundana para algo más mundano aún. Te extraño, soy un idiota. Pero pensándolo bien, capaz que no sos vos lo que extraño. Capaz que son pequeñas cosas de vos (o no, capaz que eran generalidades) que se juntan para crear algo más grande, más fuerte y más importante, y que cuando esto se va, solo produce la sensación del vacío.

Sí, es eso. No sos vos, es eso. Es eso, estoy seguro.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Pasa el tiempo, y yo sigo girando sobre la misma línea recta. Solo y perdido en mi propio camino, sin señales de tránsito. Siempre me encuentro a mi mismo, a veces es bueno, otras veces no tanto.

Porque a veces me veo soñando despierto, esculpiendo sueños incompletos en mi piel y creyendo —sabiendo— que así se van a materializar.

Porque en esta convergencia reina la duda.

Porque tu nombre hace eco en mi cabeza y se multiplica por dos cuando me veo.

Porque puedo saborear colores dulces que me son amargos y transparentes, el color de tus ojos, de tu pelo, de tus besos.

Porque cada vez que pasa, me veo peor.

jueves, 15 de agosto de 2013

Las agujas del reloj pasan a mi pesar mientras ahogo los dedos en un mar seco de notas. La guitarra, callada, me mira de lejos como esperando conversar conmigo. Le correspondo; me cuenta su tristeza, que en realidad es mi devenir engalanado con la presencia absoluta de la música. ¿Cuántas angustias es necesario atravesar para que esta sea sincera? ¿Es imprescindible ser para que ella exista?

La música me surge, no como una contingencia, sino como una necesidad. Ella es a mi, lo que Dios a los teístas, y no entiendo aún por qué. ¿Será que a través de ella se van todos los ruidos y vibraciones de mi pensamiento para silenciarme interiormente y dejarme vivir? Porque le cuento todo, quizá. Porque está conmigo en todo momento, es omnipresente.

La música sin vida sería un error.

lunes, 12 de agosto de 2013

Invisible

Siento el calor corriendo tras mis pasos,
Siento tu piel besándome los brazos.
Cuando estoy solo no puedo ver.

Siento el ardor de la lluvia de verano,
en pleno invierno, mojándome las manos.
Siento el dolor de no saber.

Cuando te miro no puedo ver tus ojos muertos
Cuando te beso no puedo ver que es solo un sueño
Y lo esencial es invisible a mi corazón
Desde que cerraste la puerta.




jueves, 1 de agosto de 2013

Calesita

¡Será posible! ¿Cómo se hace para meter toda el agua de lluvia dentro de una taza de café? No se puede, sencillamente. A veces tratamos de abarcar las situaciones como el arca de Noé y no nos damos cuenta de que no nos lleva a ninguna parte, entonces tratamos y tratamos... cuando nos queremos dar cuenta, estamos ahogándonos en un mar infinito de incertidumbre, hundiéndonos más y mas. Los grilletes en nuestros tobillos nos encadenan a un sin fin de nimiedades que pesan más que la nada misma que nos mantiene callados. Vamos aislándonos poco a poco, olvidándonos hasta de nosotros mismos, solo para estar dentro de la cabeza de otro. Y sabemos lo que hacemos, porque no somos idiotas (solo un poco masoquistas).

En esta calesita a veces no sabemos comportarnos. Nos paramos, saltamos de un caballito al otro, nos reventamos contra el piso, los más atrevidos tocan los cables... todo por pensar que tenemos el dominio de algo. No tenemos nada. ¿Quién nos puede aconsejar algo si estamos todos en la misma? Quizá la experiencia otorgue autoridad a alguien para intentar ayudar a otro a no caerse. Es una ficción retorcida la calesita. Me hace pensar en masas humanas incrustadas en un aparato eléctrico similar a una licuadora donde sus cuerpos quedan intactos pero sus emociones se homogeneizan hasta formar algo extraño. Quizá esa comunión entre todos los sentimientos, emociones, pensamientos y demás que tenemos en común con los otros miembros de la procesadora sentimental sea aquello que nos obligue a intentar acaparar todos los problemas de forma arbitraria.

Y yo me pregunto a veces... ¿Dónde quedó todo? ¿Quedó algo? No sé. Yo solo quería abrazarte, y quise abarcar demasiado... y ahora pago las consecuencias. A m i g a.

I - VIII - XIII

sábado, 20 de julio de 2013

...

Tuve que dejar pasar unos días para que se aflojen las tormentas que me están sacudiendo y poder poner en palabras lo que sentí aquella noche. Tuve que dejar pasar unos días para poder separar lo que pasó dentro de mi cabeza de lo que pasó en realidad, aunque... ¿Cuál es la realidad? Difícil. No voy a meterme con eso.

Como siempre, tu figura sobre mi. Cada vez que apoyás tu cabeza en mi hombro, yo me vuelvo un poquito más loco. Otra noche como tantas, en la que mi cabeza pide a gritos que te coma viva y yo no le hago caso. ¿Cómo explicar lo que sentí cuando te acostaste a mi lado? Luego de estar toda la noche divagando, nos aplacó el sueño y hubo que irse a dormir. Por fin me iba a separar de vos, pero insististe con que me quedara, y lo hice. Dormimos en camas separadas como galaxias alejadas (más que obvio, por supuesto). No te imaginás cuánto me costó conciliar el sueño sabiendo que estabas del otro lado de la pared.

A mediodía me despiertan unas voces. Llegó gente. Distingo la tuya como al final de un túnel, y de repente veo que la puerta se abre y estás vos. No es un sueño, es la realidad. Entrás como una diosa en pijama, saltás sobre mi, y te acostás a mi lado. Si tu presencia me produce nervios, más aún me produce tu tacto. No solo compartís la cama conmigo, sino que te acomodás en mi con tu cabeza en mi pecho. Además me dejás abrazarte, no entiendo cómo no estoy temblando. Siento las caricias de tu pelo, tu mano sobre mí, tu cuerpo contra el mío. Si hubiese muerto en ese instante, hubiese muerto sorprendido, pero mediocremente feliz.

Lo que vino después fue sencillamente perfecto. Desayunar juntos, mirar videos, esperarte mientras te aprontabas para salir de tu casa... fue un día feliz, aunque más tarde la realidad me golpearía bastante fuerte en la cara. "Solo quiere ser tu amiga".

XXIV-VI-XIII

¿Cómo puedo comenzar a escribirte? Y si puedo hacerlo, ¿Cómo hacer para que tus ojos oscurecidos me esquiven la mirada? O, Fräulein... ¿Qué me ocultás detrás de esas mieles? No tengo respuestas todavía, mi pensamiento idílico es arrastrado violentamente, se lo llevan nuestros ríos, que nacen del mismo deshielo y se bifurcan casi enseguida en direcciones contrarias. Aún así, siento cierta necesidad.

¿Qué es este amor a lo imposible? Me siento ahogado en un pantano turbio, en un barro sin esperanza. Solo hay una cuerda de la que puedo agarrarme; es una cuerda ambigua que me puede hundir o salvar. No recuerdo bien el momento en el que comencé a hundirme, solo recuerdo el ruido sordo de mis pasos en el lodo rojo. De un momento a otro me vi a mi mismo con el agua al cuello.

O, Fräulein... profaname, leeme violentamente, entero, no tengas reparos. Desnudá mi alma y mordela fríamente, dejá que su sangre te recorra los labios con su verde calidez. Desangrala. Escuchala mientras grita con su voz perturbadoramente muda. Cortala con tus uñas para que sufra con todo el goce que el dolor provocado por vos le pueda causar. Mancilla sus brazos para que brote su agonía y se vaya lentamente, fluyendo por las grietas de tus manos. Ya no importa si me hundo o si me salvo, mi cuerpo ya no existe, creo. Si existe, que Cronos se apiade de él. Veo sobrevenir el caos en cada una de mis memorias, nunca a tiempo, siempre tarde. Horizonte. No solo no puedo llegar a él, sino que también tengo los pies trancados. Puedo soñar con llegar, pero no puedo ni siquiera moverme para intentar lo imposible.-

martes, 2 de julio de 2013

XVII-VI-XIII

Hay cosas peores, supongo. A veces la melancolía se adueña del ambiente y nos domina. No podemos hacer otra cosa que tomar un café para despertarnos un poco y esperar tranquilos a que se nos pase. Algunos hacemos música, otros pintan, otros escriben (en serio, no como yo), otros hablan y otros callan, pero este tipo de gente comparte algo que no todos tienen: el sentimiento constante de la soledad y la tristeza. El bajón y el pozo ya son cotidianos en algunos, además de que estos "algunos" soportamos diariamente que se nos diga que la vida es hermosa y hay que estar feliz y agradecer por ella. Yo, particularmente, no tengo porqué agradecer por mi vida, porque me la impusieron. Sí, la vida trae cosas buenas de vez en cuando, y yo tuve la suerte de tener buenos padres, pero el problema no es eso. El problema es la vida en sí misma, y eso es algo que no todos entienden. ¿Por qué tenemos que gustar de algo que es trágico en sí mismo? Sí, hay ciertas cosas que hacen más soportable la sensación de vacío que produce la vida, y quizá nos den una sensación de saciedad por un rato, pero luego sobreviene la realidad y el golpe es fuerte.

No quiero generar malentendidos; no quiero hacer una apología de la depresión, ni deseo a la gente el mal ni la tristeza. Solo quiero que el que lo lea sepa entender el lugar del mundo donde nosotros estamos parados, o, desde mi humilde lugar, explicar lo que un individuo siente. La vida, como absurdo, no puede traerme más que una melancolía constante, dura, total y absoluta, maquillada a veces con momentos efímeros y particulares de alegría mentirosa. Cuando esta alegría se va, la apatía es desoladora y conduce, indefectiblemente, a la depresión. nuestro ser en un pozo, con momentos de luz. A veces te tiran una cuerda, pero la cuerda se rompe (o la rompe uno mismo). No me interesa la aprobación, me interesa que se respete el disgusto por la vida y que, si a alguien le interesa, puedan saber ayudar concienzudamente a quien quiera sin caer en la ridiculización de nuestro desencanto.

lunes, 1 de julio de 2013

I-VII-XIII

Hay cosas inexplicables que uno siente que lo complican tanto para ponerlo en palabras, que al final termina desistiendo. Como un silencio que la sinestesia convierte en desgano y angustia. Una angustia que parece ser eterna, aunque el desgarro se produce en un pequeño instante.Siento que todo eso me va devorando poco a poco, y no me daría cuenta de todo esto salvo por un detalle; Sí, me doy cuenta.

Pregunto a quienquiera que lea esto: ¿Alguna vez sentiste cómo te aprieta una serpiente hasta destrozarte y ahogarte? Yo no. Yo siento cómo se acerca desde lejos y me destrozo y ahogo solo. Cuando la víbora llega yo ya estoy muerto, siempre. Me inundo de silencio y se me escapa la vida por un agujero que tengo en el pecho, que se abre más y más con los días que pasan a través de él. Y mientras pasan estos días, yo paso de todo.

A veces tengo miedo de no quererme lo suficiente, aunque quizá solo tenga esa certeza (disfrazada de miedo), lo que sería mejor, porque eliminaría la incertidumbre. Soy el arquetipo del payaso triste, que se ve forzado a sonreír ante todos, pero llora en soledad. Nadie ve esto, salvo aquellas personas de admirable sensibilidad. Algunos otros quizá crean que finjo, por eso no se preocupan. Qué tristeza me da que no lo vean, aunque no los culpo. No son responsables de lo que me pasa a mí, ni de la ceguera que los aqueja... aunque me gustaría poder contar con alguien.

Todo esto no es lo que me asusta; mi miedo nace de la permanencia en el tiempo de este conjunto (o sopa) de sentimientos.

martes, 11 de junio de 2013

Solo, bajo el cielo estrellado. Solo, entre los campos vacíos de mi mente. Esperando algo (sin saber qué) me encontrás, con forma de niebla. Entre la oscuridad te siento, rozando mi piel con tus húmedas partículas de fuertes azules que me bajan la fiebre. Solo, respirando tu recuerdo. Tu espesa presencia llena mi interior, dulce veneno, tu cariño que no logro entender. Infernal, me tocás, me besás, me llenás y yo me quemo con tus vapores, tus exhalaciones.

¡Mostrate! ¡Aparecé frente a mí, recordame que estoy vivo! Parece que lo olvido repetidamente, no existo más que en mí, te necesito para saberme corpóreo. Estático y frenético me encuentro, con un macabro dejo agónico que, en éxtasis, me recorre pleno. Por favor, amputame esta tristeza. Te confío mi cuerpo y mente.

Solo, entre cuerpos extraños, otros mundos. Solo, solo contigo latiendo en mi sien, corriéndome por las venas, ante la mirada indiferente de otras almas, de otros colores, de otro tiempo.

Lentamente vas sugiriéndote, enfermando mis límites. Tu danza repentina en mi universo dantesco es el fuego que sobreviene. Y me voy quemando lentamente. Solo.

X/VI/XIII
Yo no estoy, y me preguntás si el amargo final que nos espera nos va a tocar a los dos por igual. Y... ¿Qué sé yo? Seguramente, pero no va a ser lo mismo, porque cuando se vaya uno, no va a estar el otro para confirmarlo. Es como una película de la que sí o sí nos perdemos del final.

No puedo mirarte a los ojos y llenarte de certezas; no puedo ver a través de tu cuerpo, que es un muro de vidrio que no me deja pasar al otro lado. No veo el futuro, pero puedo especularlo. Tomo un trago y sigo. Listo.

A veces me pregunto si somos un proceso, un efecto colateral de una máquina perversa... y nunca llego a ninguna conclusión. Me quedo en la nada, como un espectro.-

--/VI/XIII

domingo, 9 de junio de 2013

Arde, arde tu recuerdo
infectado de una flor.
Y bajo la luz de luna,
enceguece mi clamor.

La claraboya me pinta
ciegas notas de color.
Regalándote esta tinta
entre mármoles estoy. 

Tus pinturas en mi Arcadia
son graves como hielos.
Secas, distantes y muertas;
Tus palabras, tus ensueños.

Sola, otra vez, en el cielo.
¿Qué serás en la mañana?
Cuando no te veas clara,
tan seca, muda y lejana.

lunes, 3 de junio de 2013

Mis pies golpean suavemente el camino mientras los charcos me miran al pasar y se ríen de mí. No me importa, mi mente está fuera de mí. Y también me mira y se ríe.

O sea que así estoy, ridiculizado y desmentado. Y a mí no me importa porque me voy, lejos, lejos. Los charcos no me van a ver, y mi mente, al no encontrarme, se va a desvanecer en un humo negro de depresiones.

martes, 28 de mayo de 2013

Ya no sé cómo escribirte.
He gastado mis palabras,
he soñado con tu mal,
mis noches y mis mañanas.

Me veo ahí, esperándote,
la esquina gris de tus vientos.
Trasluces tu fondo negro,
nevando nuestros momentos.

Ciega, muerta, automática.
Ahí te vas, derecha y fría,
aunque más viva que nunca.
permanente, incisiva.

Tu pelo tan transparente,
tus ojos, ¿quién los diría?
No llueven nada, no muestran,
Y sobre ellos tu alma estriba.
Me levanto y siento el frío golpeando mi cara y mis manos. Salgo a la calle y me golpean más fuerte, la piel se me pone violenta y a mí no me importa nada. Solo camino automáticamente, con los ojos fijos e la tierra. Camino con tu imagen en la cabeza y me olvido del mundo. Mi sangre ya no es más que un fluido depresivo que me corroe lentamente las venas. Qué paradoja, el líquido de la vida es el que me está matando.

Tengo tu mirada clavada en lo profundo de mis ojos; es una marca a fuego, que arde a pesar de los años. No cicatriza, sigue corriendo el mar rojo, coloreando mi mundo monocromáticamente. Lo dejo suceder, no me importa. Ya va a pasar.

Por otro lado estás vos, otro mundo que ignoro. Cómo quisiera conocerlo, explorarlo, formar parte de él y de su historia. Entre tu mundo y el mío hay una mampara, de esas que permiten la visión para un lado solo. Yo no te veo, vos me ves completo. Soy como un libro que podés abrir y cerrar a gusto; leer, releer, regalar, quemar, anotar, violar... hasta prestarlo.

Ah, si me vieras ahora, dedicándote palabras sin que lo sepas y como sin querer. Si vieras mis ojos rojos extrañándote, añorándote. Si vieras las marcas en mi piel, tu nombre en mis brazos y tu esencia en mi corazón... terminarías por irte del todo. Olvidarías mi cara y mi nombre, que son descartables. Olvidarías mis palabras, mis sentimientos, nuestras conversaciones.

Duele tu tacto al hablarme, como si yo estuviera un poquito loco. La condescendencia lastima y entierra. Pero no entendés que yo soy consciente, que estoy más cuerdo que todo el mundo. Estoy bien con mis fantasmas y la única locura que me aqueja es el puto amor. Y eso no lo ves. Vos ves a alguien que es casi peligroso, me tratás con cuidado, como si pudiera hacerte algo, como si me fuera a atacar la violencia. Hay quienes no entienden que la única violencia que existe en mí es hacia mí mismo.

Soy un raro, soy un loco, soy un enfermito, un freak. Me doy cuenta de que me tenés miedo y un poco de asco. Ah, si me conocieras realmente... te darías cuenta de que me doy a vos. Me humillo públicamente cada día cuando salgo de mi casa y me pongo a llorar en un ómnibus, cuando exhibo al público mi cara de zombi, cuando asoma el insomnio tras mis ojos. Te escondo todo, odiaría que me vieras así.

Luna-Sol

Yo quería escribirte,
niña-sol.
Yo quería escribirte,
perdón.

Yo nunca lo pensé,
niña-sol.
Que te ibas a asustar,
soy yo.

¿Cuándo serás mañanas?
¿Cuándo podrás pisar
el pasto, la hierba, mi mar?
Tuya es la niebla, el amar.

Yo quería escribirte,
niña-luna.
Yo quería escribirte,
perdón.

Jamás imaginé,
niña-luna,
que echarías a volar.
Este soy yo.

¿Cuándo serás noches?
¿Cuándo iluminarás
mi casa, la arena, mi mar?
Tuya es la marea, el azar.

Por eso yo quería escribirte,
luna-sol.
Yo quería escribirte,
perdón.

Yo nunca lo pensé,
luna-sol,
que te iba a lastimar.
Adiós.

lunes, 27 de mayo de 2013

Estatua de mármol

Tanto te busqué en mi almohada,
nada podría encontrar.
Ignorando tu mirada,
tu bella muerte adorar.

Estos son mis ojos solos
guardados en el cajón.
Solos son, solo tus ojos,
juntan polvo de dolor.

Siempre caigo en este pozo,
muecas frías de esplendor,
en las que quedo varado.

Como una estatua tu amor,
que guarda una sepultura,
como una estatua de mármol.

sábado, 25 de mayo de 2013

Esclavo de tus artes

Aire suave, vaso de agua.
Caricias de geisha,
besos de nada.

Pequeño amuleto, oro fundido.
Biblia rasgada,
pecho vertido.

Si vieras esto, muerte mía,
si lo vieras brotarías...
Se te hunden las manos.

Tu cara rasgada en mil partes;
vasallo de tus ojos soy,
esclavo de tus artes.
¿Dónde están tus otoños y mis inviernos? Me pregunto si habrán naufragado en un vaso, hundidos por los secretos y las confesiones. Las hojas que caen y los últimos calores antes del frío extremo son un buen marco para dejar que nuestros pasados saquen chispas, para desnudar nuestras almas amigas ante los ojos del otro. Acá está tu otoño; entre café, cigarros y tinta se nos fue el tiempo, inconcebible y llano. Masivo y lineal. Inabarcable. ¿Cuánto por descubrir habrá detrás de esos lentes oscuros? ¿Cuánto para compartir detrás de tus ojos tristes? ¿Cuánto apoyo encontrarás bajo esta sombra que flaquea con los vientos más suaves?

Luego vendrá otra época. Ya no habrá hojas cayendo, ya no habrá calores agradables, y el sol no iluminará tu cara al leerme. Será todo nubes, lluvia y gris... invierno. Yo, pez en el agua. Vos, no sé. ¿Cuánto dolor podés ver a través del cristalino río que me atraviesa? Ahora que me conocés un poquito más te lo puedo preguntar sin el sonido a víctima del que hablábamos.

Un bar del centro en la mañana puede ser un lugar místico, mágico, trágico. Puede ser todo eso a la vez. Tu brazo se extiende en un momento para entregarme tus memorias, tus desdichas, tu pasado y tu presente, y poder leerlos. Qué gusto me da. Desde el cielo despejado, la lluvia de verdades nos azotaba, movilizándonos por dentro y secándonos por fuera, solo un poquito más.

¿De dónde vendrá la magia del café? Quizá de compartirlo con otros corazones rotos, con otros dolores, con otras circunstancias, pero con los mismos amigos...

martes, 21 de mayo de 2013

A veces me pongo a pensar qué es lo que puedo sacar de mi cabeza. Pienso y no logro nada, me cierro. Intento abrirme, y se escurren las palabras por mis manos, por mis palmas, por mis dedos. Es como una vocecita que me va diciendo cosas, y yo las escribo sin cuestionar. Se me nubla la vista y empieza a brotar todo, todo, todo, todo, todo, todo. Entonces no me doy cuenta de nada y dejo que todo fluya como debe, me sumerjo en el mar de lo que no conozco de mí. ¡Conocerse a sí mismo! Qué bizarro, imposible, loco.

Voy corriendo, dando vueltas sobre mí mismo. Paro. Sigo. Me enredo en tu pelo, me tropiezo y me doy contra tus pies. Intento levantarme, y me doy cuenta de que puedo. Me levanto como mi perro cuando se despierta de una siesta, con pesadumbre y lentitud, pero me levanto. A veces siento que nada puede pararme, pero me para todo. Vivo en un freno constante, todo el tiempo frenando y nunca llego a quedarme quieto. Soy una asíntota, siempre acercándome, acercándome, acercándome, sin llegar nunca a ningún lado.

En esta frenada acelero mi cabeza, todo el tiempo. Veo cómo se escinde mi mente, y mi cuerpo pasa a ser no más que un trapo de piso. Algunos le llaman sueños, yo... yo prefiero llamarles realidad, porque en ellos vivo y muero, en ellos estás y te vas, me querés y me odiás.

lunes, 20 de mayo de 2013

Cuarto oscuro. El único movimiento es el del brazo, del codo, del vaso, del hielo. El único tramo de luz proviene de la luna e ilumina solo una pequeña parte de la mesa, donde se encuentra el cenicero. El humo, medio blanco o azulado, baila bajo el rayo luminoso del mismo color y se va en esa dirección: derechito hacia arriba. Esa luz lo desnuda, muestra cada curva, cada vuelta que da, cada partícula.

El silencio es tal, que se puede escuchar el crujido que hace el cigarro al pitarlo. Sonido abrasador, débil pero penetrante. ¡Música! Al levantar el vaso, los hielos chocan amistosamente con el vidrio. ¡Música! Puedo tomar este líquido, puedo sentirlo mientras me quema la garganta. Donde antes estaba el vaso, ahora hay solo un círculo de agua. Pongo el vaso en su lugar y sigo fumando, tranquilo.

No pienso en mover la cabeza hacia ningún lado, me quedo acá. Imposible. Mi cerebro se va solito, solito hasta donde estás vos, y no lo puedo traer de vuelta. No me ves, soy un punto. No me oís, soy silencio. ¡Mirá! ¿Dónde estoy? En ningún lado. Dejá de ser colores, quiero que seas blanco y negro, escala de grises.

No quiero ver que estés ganado más de lo necesario, sin saber que yo estoy acá esperando por vos... muriéndome, explotándome, defendiéndome de la nada que me apresa y me tiene totalmente aislado. No puedo creer cómo imaginás que yo puedo estar de esta manera tan lejos de vos, sin nada que me ate, sin nada que me detenga a tu lado, sin nada que tu corazón pueda prestar a mi humilde espíritu, bastardeado de flores y lamentos, unificados por la verdad que nos tiene involucrados en una rosca que no tiene nada que ver con nosotros dos. Vos no sabés que estás involucrada. ¿No sabés? Sabés, te hacés la loca. Pensás que todo está bien pero sabés que las cosas son de otra manera y que estás dejando un vacío en un lugar donde nadie supo estar tanto tiempo, como una jaula de monos perversos, gorilas estúpidos y rabiosos esperando para atacar una presa tan indefensa como una palmera que no tiene coquitos. Esperen tranquilos, porque las rejas no los dejan salir.

Dejo las cenizas en el cenicero, tumba de mis penas quemadas, cama de los recuerdos aplacados por la paz momentánea del humo entre las venas. Vuelve mi cerebro, al menos por un rato, y aprovecho para ir a dormir.

jueves, 16 de mayo de 2013

Gracias. Por hacerme sentir que existo, gracias. Tu puñal entra en mi pecho sin matarme, y el dolor me recuerda que estoy en algún lugar. Tu mirada —sacra espada de ámbar— destroza el anillo de lata que, ceñido en mi dedo, me aprisiona. Pero también me corta el dedo.

Si pudieras darte cuenta, tu espada sería una pluma con la que nos haríamos cosquillas, pero no. No te das cuenta y tu aliento helado congela mis palabras, que se caen al suelo y se hacen añicos... como tu reflejo en el río al tocar el agua. Qué sensación rara produce ver cómo lo que te digo nunca llega, se enfría y se parte contra el piso en mil pedazos.

Qué ganas locas tengo de cantarte entre sueños, verte dormir sobre una parte de mi corazón, abrazar tu cuerpo, en mi cama y tapados hasta el cuello...

martes, 7 de mayo de 2013

Instante

Era un viaje de ida, pero era un viaje más. Allí estaba aquella puerta, aguardándola tranquila, impasible, cerrada. Algo la trancaba, como una fuerza extraña que ataba o adhería sus pies descalzos al frío suelo que parecía brillar con cada paso, con cada movimiento.

Su cara de nada opacaba el esplendor de su pelo rojizo y de sus ojos grises, que por esa expresión parecían tristes y apagados, por más que las luces los hacían brillar como diamantes turbios. Las comisuras de sus labios estaban levemente contraídas, brindándole a esa boca fina y hermosa una expresión de amargura que oscurecía el resto de su rostro. Sus hombros, caídos y resignados, mostraban el peso de un bolso vacío de esperanzas y alegrías, y lleno de penas y miedos, que se veían decantando en ella desde hacía años.

Maldita puerta, maldito pasillo. Brillaba el pestillo como invitándola a pasar, como la habitación 101; infundía bastante miedo, pero aún más curiosidad.

Intentó recordar sus pasos, como en una retrospectiva hacia lo inmediato. ¿Cuál habrá sido el movimiento que la acercó tanto a esa puerta? No podía pensarlo, y no podía mirar hacia atrás; su cuerpo parecía no responder, su mente parecía trabada en una quietud perturbadora, su corazón se movía con pesadumbre, como teniendo ganas de latir una vez más.

Pasaban miles de palabras e imágenes por su cabeza: Su madre, su hermana, su perro... y luego la pérdida de todo en una milésima de segundo.

Arriba de la puerta había un reloj que parecía no avanzar, recordándole que podía alargar ese momento cuanto quisiera, pero que la entrada (o salida) era cuestión de una vuelta o un pequeño paso del segundero. Podía imaginarse de espaldas, mirando la nada que se le presentaba, con el reloj asomándose por detrás/delante de su cabeza. Podía imaginarse fuera de su cuerpo y corriendo hacia sí misma para matarse, o para abrazarse, o para empujarse... aunque la realidad era otra; todo su futuro estaba en sí misma, como un cuerpo indivisible y autodeterminado. No podía saber si estaba lista, las voces atemporales golpeaban las paredes de su cabeza, intentando influir sobre ella.

No se puede decir "entonces" cuando el tiempo no corre. Solo ocurren cosas simultáneas, en cierto modo indivisibles. Pareció empezar a moverse el reloj. Tic.

Su corazón se decidió y latió. Tac.

Su mano se posó sobre el pestillo.

Una mano de presencia extraña se posó sobre su espalda.

jueves, 2 de mayo de 2013


Un tema raro...

Brilla el sol en la mañana,
entre las nubes está tu alma
que me mira sin pestañear.

Te veo lejos, un horizonte.
La vida pierdo en aquel monte
donde algún día te besé.

Viejo molino, vieja ciudad,
cuánto te extraño al mirar atrás...

Tazas vacías sobre la mesa,
aquel tabaco solo se seca
y la ceniza se voló.

Te desvaneces entre la niebla;
como ilusiones de seda negra,
de mis manos te resbalás.

Viejo molino, vieja ciudad,
cuánto te extraño al mirar atrás...

viernes, 26 de abril de 2013


Hoy paso el tiempo sin más
Nada me atrapa, solo tus pies sin andar
¿Estás segura de que no me querés ver
cuando tus ojos cerrados estén?

Tu voz y el viento, tu mar y mi sed
Tu pelo etéreo, y mi dura piel
Cuando te veo no puedo dejar de pensar
en esta soledad.

¿Qué vas a ser, mi amor,
cuando te abrace el sol?
Cuando mis horas vacías de vos
se llenen de nada, se llenen de adiós

Y me pregunto dónde estarás,
si en algún lado te voy a encontrar...
En aquel techo, en algún bar
en un suspiro te voy a buscar.

sábado, 20 de abril de 2013

Fluye, líquido metálico. Fluye por los caños oxidados, por los oscuros túneles rojos, llenos de costra y musgo. Barre toda impureza, arrasa con todo, incluso conmigo. Sobre todo conmigo. ¿Qué te queda sino correr como un río carmesí, cuidando cada calle, cada crimen? Todo te queda, es a mí a quien no le queda otra opción que verte brotar. Hace ruido tu cauce, se me trancan los ojos y no huelo sino humo y el olor a cromo y platino. Comienza el baile.

Se abre una puerta improvisada para que salga quien tiene que salir. Se amontonan en esa salida, se van muriendo y la puerta se cierra sola. Es cíclico y previsible, es inalterable.


viernes, 19 de abril de 2013

Enredado en la madeja de pensamientos que te involucran, no puedo dejar de emborracharme de colores, no puedo dejar de drogarme con las esperanzas, con las miradas, con los reflejos de tus ojos. Buscándote en el mar de anocheceres, me pierdo entre la bruma húmeda y espesa que te oculta en su interior. Vuelan entre el vapor tus palabras saladas, que acarician mis heridas, ardiéndolas, doliéndolas, matándolas. En la gris espesura se distinguen formas, no puedo saber de qué, pero se acercan y me rodean. Se burlan de mí en mi cara, y yo ni siquiera puedo distinguirlas.

Cierro los ojos. Puedo evitarlo así, al menos por un rato, pero no puedo evadir tu indiferencia fría, filosa sobre mi piel, rasgando la carne de cada recuerdo. De a poco me voy durmiendo, sin darme cuenta, y dejo de distinguir sueño de realidad.

Entonces, la tormenta.

No paran de dar vueltas por mi cabeza las millones de formas distintas en las que se pueden dar las cosas. No dejo de imaginarme lo que te voy a decir cuando te veo. No puedo dejar de pensar en que no sé cómo mirarte a la cara. No puedo sacarme tu indiferencia de la cabeza, que navega y navega por estas aguas muertas, atormentándome cada día más y dejando marcas profundas en mí. Empieza a lloverme la cabeza, me graniza el pecho y afuera, el sol calentándonos, no sirviendo de nada. Story of my life.



Onírica - Smiles


viernes, 12 de abril de 2013

Éste tema es viejo, subí una nueva versión ahora, para aprovechar el momento "creativo" y dar paso a la creación de mi nuevo proyecto... Smiles. 


Quisiera verte una vez más,
saber que ya no te siento.
Saber que ya no estás,
que con vos ya no me tiento.

Quisiera saber si vos
pensás en mí alguna vez,
y si seguís siendo
lo que vos supiste ser.

Montañas de vida hay que escalar
Nubes de llanto superar.

Y saber que alguna vez... ¡despertarás!
Como flor en primavera, sé que estarás...
A mi lado...


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En algún momento yo dije que el otoño iba a ser complicado. Duelen las mañanas en el centro, recostado sobre una pared, observando el espectáculo a través de los lentes de sol. La lluvia de hojas amarillas le dan el tono sepia a una película triste, de espera, aburrimiento e inacción. Traen como una sensación de decadencia, pero no es ni eso; es el derrumbe de los muros y el ataque a la fortaleza, no hay tiempo para lo decadente porque todo es fugaz. No es el sabor amargo, es el gusto a nada; no es la tristeza, es la apatía.

Mientras esas hojitas caen y me pintan la cara de un vívido color transparente, siento que algo no está bien. Aparecen de nuevo los besos del viento, el agujero en el pecho y los cuchillos afilados por la espalda. Todas imágenes repetidas. El frío se convierte repentinamente en calor al recibir de lleno en la cara tu indiferencia y tu negación. Es tan difícil sentir que no puedo entrar, cómo soy la cigarra que se muere de frío golpeando tu puerta ante tu mirada fría, como la helada que cubre mi cuerpo.

Se queda mi cadáver oficiando de felpudo, frente a la entrada de tu corazón. Solo sirve para limpiarse los pies o para que lo rasquen los perros antes de acostarse sobre él. Me embarga la emoción de saber que no voy a sentir más nada, ni siquiera tus pies sobre mi espalda. Me voy cubriendo de hojas, ramitas, bichos, hongos, podredumbre. Me voy consumiendo y de a poquito... ¡No existo más! Solo queda de mí la brillante osamenta vacía, que gradualmente se va a ir ensuciando y deteriorando, o haciéndose polvo cuando le pasen por arriba. ¡Libertad!

Pero esos restos significan algo, esos huesos son tuyos. Son intransferibles, y nunca los vas a poder olvidar. Voy a atormentarte para siempre. Voy a sobrevolar tu cabeza todos los días para recordarte todo ésto, aunque ya no esté, mi recuerdo va a aparecerse todas las noches en tu cama, cuando te dispongas a dormir, y te va a besar como si fuera la última vez. 

jueves, 11 de abril de 2013

Llueve y no tengo paraguas. Las calles húmedas de Montevideo hacen que me resbale torpemente, mientras choco con otros transeúntes. Guarecido bajo un techo, veo las gotas caer desde la cornisa lentamente, las puedo contar. La lluvia en mi cabeza es peor.

El paisaje gris es el perfecto marco para un café por la mitad, un tabaco y algún disco de Jazz o Bossanova. ¿Por qué no, también, un whisky? Me encantaría sentarme en el sillón y fumar con Charlie Parker de fondo, pero en cambio estoy en una silla dura, sudando por el calor y la humedad, escuchando a un par de tipos que dicen cosas que no me interesan.

En ésta melancolía busco refugiarme detrás de un papel, gastando tinta ajena en nada. Cuando salga de acá me espera un largo viaje en ómnibus, que seguro voy a aprovechar para dormir, o para escuchar unos tangos de regreso a casa.

Desde acá adentro —un subsuelo mugriento— se puede escuchar el sonido de las gotas golpeando el suelo. Cada una de ellas me hace acordar a tus palabras, golpeando mi cabeza y haciéndome ruidos, taladrándome de a poco, desquiciándome, enloqueciéndome. Esas gotas son mis lágrimas, aquellas que me arrancaste violentamente, vulnerándome y dañándome como en un juego cruel donde tus traumas, tus manías y tus temores hacían catarsis en mí, aprovechándose de mi niñez, mi inocencia.

Todos estos golpes fueron los que me forzaron a ser quien soy. Ellos me dejaron estas marcas en la piel. Hoy ya no duelen tanto, solo me recuerdan (de vez en cuando) que seguís ahí, que esas marcas son sangre de tu sangre y, por lo tanto, estás en mí... y yo sé que estoy en vos de alguna manera. Y a pesar de todo, estas marcas rojas, estos tajos, estas pinturas de sangre le dan color al gris de mi piel.



martes, 9 de abril de 2013

Ésta canción se llama "No tiene nombre".





¿A dónde vamos cuando nada es especial
y nada nos deja dormir?
¿Qué hacemos cuando no podemos escapar
y no vemos al sol salir?

¿Y qué más podemos esperar?
Cuando se nos viene Abril
Con sus hojas, su frío, su mar, sus palabras sin hablar
Cuando sabemos que nos va a mentir...

Y esto es así,
No pienses que no sé lo que viene
Y esto es así,
nunca voy a saber qué tiene tu voz...

Llega la noche y ya te empecé a extrañar
No sé por qué no estás acá
Y cuando se para el reloj ya no hay nada más que hablar
Es muy difícil saber por dónde agarrar

¿Y a dónde vamos cuando nada es especial
y nada nos deja dormir?
¿Qué hacemos cuando no podemos escapar
y no vemos al sol salir?

Y esto es así,
No pienses que no sé lo que viene
Y esto es así,
nunca voy a saber qué tiene tu voz...
Me obligo a pensar, aunque me distraen las luces de la pantalla. La desmotivación es evidente y dura. A veces siento que me quedo sin palabras para describirla; a veces, ni siento. Hay un abismo que crece y crece entre mis pensamientos y la realidad, entre mi cuerpo y mi centro de emociones, entre vos y yo, entre mis pies y el paso siguiente. Y en ese abismo yo toco fondo, siento el vértigo de la caída y siento el golpe contra la nada. También siento lo difícil que se va haciendo tomar impulso para salir. A veces, ni siento.

Lo hondo tiene su encanto, los jardines de flores marchitas, las lápidas, lo perdido, las añoranzas enterradas pero latentes... y también estás vos —o tu fantasma—, dando vueltas alrededor mío y recordándome que la sangre en la cara, seca o fresca, sale de alguna herida anterior. Cuánta borra de café hay también acumulada en el aljibe, cuántos puchos en el fondo (y muchos llevan tu nombre, fumás conmigo a solas, escondida y borrosa, como si te viera sin lentes, como si estuvieras lejos... pero estás al lado, te puedo tocar).

El panorama es tan pintoresco que, a veces, no tengo ganas de salir. Hay algo que me enamora de todo ésto, quizá sean los recuerdos, o el aire limpio del pasado... o el miedo a caer de vuelta. O capaz que sos vos, tus ojeras, tus pecas, tu aroma, tus cuchillos en mi espalda, tu destrato, tus besos. A unos metros en el abismo, está el cementerio, lugar que siempre recuerdo, paradójicamente, como un lugar lleno de vida y amor. Vos sabés a qué me refiero.

Pero una fuerza me empuja para salir del pozo, hay algo que me tira una cuerda y me obliga a subir de vuelta, a pesar de que el fondo se aleja y sé que voy a caer otra vez. Éste soy yo, alguien que se obliga a vivir, a caer y subir, caer y subir como en un círculo vicioso, una calesita macabra de la vida, cuyo chirrido espeluznante es para mí una pieza de Bach. Una constancia inerte, quizá el eterno retorno. Tal vez el ciclo de la lluvia, tal vez mi vida o la tuya. O capaz un reflejo adolescente de alguien que, llegando a los 22, se siente como un idiota (y encima de 15 años).

En una mano, tenés una escopeta. En la otra, tu reloj. Yo, espero que me dispares, o espero que me esperes.

lunes, 8 de abril de 2013

Si podemos vencer el miedo a querernos de verdad, superar el dolor que provoca el no poder hacerlo, zafar de los prejuicios y no darle bola a las convenciones, seríamos todos más felices. Ellos son nuestros carceleros y hay que liberarnos. Es evidente que no es simple, no es fácil y no todos quieren hacerlo. Pero es el único camino. Hay que emanciparse de todo esto.

domingo, 7 de abril de 2013

La luna ilumina la calle con su luz azulada en aquellos tramos donde el alumbrado público no llega. Luz pura y bendita, testigo del viento, cómplice de ensueños. Espera impasible que yo pase para mostrarme su esplendor, para recordarme su grandeza y mi irrelevancia. Bajo su amparo hay un mar irreal de ilusiones y desengaños; me parece que floto sobre él, y me conduce hacia aquellos rincones ignorados por todos pero bien conocidos por mí.

Ésta luna me regala su luz fría porque sí, porque quiere. Gran negocio es éste, el de recibir tal presente, para quien solo tiene para ofrecer un par de puñados de nada. A medida que la luna se va escondiendo y, con ella, el goce de su brillo pálido, las sombras se van apoderando del paisaje y se meten en mi cabeza de a poquito. Se me nubla el pensamiento, no puedo articular palabra. Automáticamente, corre la desazón y la amargura. Ya se irá, supongo. Es que la sombra es obstrucción de la luz; pero dentro mío, la sombra absorbe ciertas partecitas más o menos importantes, y me van matando de a poco. A esta altura, ya me siento un poco muerto, y cada día un poquito más... ¿Cuál será el problema? ¿Serán las sombras? ¿Será la luz? ¿Será que de verdad sucede lo que yo pienso?


Les dejo un tema mío...


viernes, 5 de abril de 2013

Es dura la noche cuando se presenta infame sobre el cuerpo cansado. Es duro el frío, la espera, la paranoia, el spleen, todo. Siento el abrazo helado de las estrellas y el suelo duro de la calle absorbiéndome. Siento la lengua del viento en mi cara, que me besa lento pero agresivo, mientras los árboles miran el desquiciado romance entre dos inertes que dan la cara ante la multitud silenciosa de bichos, polvo y perros. Las luces de la calle, en su disposición, hacen mi sombra un tanto más brillante que mi mente sombría, fría y oscura... ¡Pero si parece que la naturaleza me imita!

En ésta mímesis perversa, la luz del ómnibus puede llegar a ser una esperanza. Confortablemente sentado en un asiento que se reclina sin que uno quiera, reflexiono un poco y me pregunto cómo harán algunas heridas para cicatrizar tan rápido, y cómo hacen otras para hacerlo tan lento. Si al fin y al cabo —solo podemos pensar en nuestra inmanencia—, lo de fuera y lo de dentro son la misma cosa. Hacia donde caiga la piedra saltaremos en ésta rayuela.

¿En qué me habré convertido? ¿Qué habrá pasado conmigo? Me gustaría encontrarme para poder responder esa pregunta. ¿Qué carajo será de mi vida? ¿En qué andaré? Cuando ya no se está seguro acerca de quién es uno mismo, la vida se va entre carros alegóricos y pasa a formar parte del desfile que vemos desde las gradas, y no nos damos cuenta de que ese rumbo sin destino, por definición, no conduce a nada. Yo estoy igual, un carro sin quien lo maneje, con el acelerador trancado y el freno roto.

Qué otoño complicado el que se me viene. Ya se están cayendo las primeras hojas, y no hay un colchón o algo para juntarlas y que no me estorben en el camino. Quizá pueda barrerlas. Quizá las deje. Solo quizá, tal vez... Es mentira que el camino largo y sinuoso siempre es el mejor, si está lleno de hojas es aún peor que el corto, sino preguntémosle a Caperucita, a ver si podía imaginar lo que le deparaba el camino corto y si lo cambiaría. Si Caperucita cambiaba de rumbo, no teníamos cuento; si yo no voy por las hojas, no existo; no siento, o me cuesta sentir; no existo, pues lo real ya no es parte ni siquiera de mi imaginación. 

miércoles, 3 de abril de 2013

Callado (o silenciado), me voy 2 cuadras hacia ningún lado para buscar un poco de eso que tan bien me hace sentir. Ese placer inmaterial, etéreo y masoquista, que sala las heridas por un rato y te hace sentir mejor persona. ¿Por qué lo necesito? ¿Qué me lleva a esta situación? Me siento sumergido en un enjambre maldito de pensamientos que me arañan los brazos, la ropa, los dedos... mientras yo araño la guitarra, intentando sacar algún tema de mierda que me sirva de escalera para salir de éste pozo enfermizo y paranoide. No quiero poner los pies en el suelo, quiero volar, quiero darte un beso, quiero tocar, quiero bajar. En esta rosca de intentos fallidos de bienestar emocional, lo que necesito son unas buenas lágrimas de sangre y dejar correr este río un poco más, descansar de mí mismo y quererte, callado (o silenciado).