Ya no sé cómo escribirte.
He gastado mis palabras,
he soñado con tu mal,
mis noches y mis mañanas.
Me veo ahí, esperándote,
la esquina gris de tus vientos.
Trasluces tu fondo negro,
nevando nuestros momentos.
Ciega, muerta, automática.
Ahí te vas, derecha y fría,
aunque más viva que nunca.
permanente, incisiva.
Tu pelo tan transparente,
tus ojos, ¿quién los diría?
No llueven nada, no muestran,
Y sobre ellos tu alma estriba.
He gastado mis palabras,
he soñado con tu mal,
mis noches y mis mañanas.
Me veo ahí, esperándote,
la esquina gris de tus vientos.
Trasluces tu fondo negro,
nevando nuestros momentos.
Ciega, muerta, automática.
Ahí te vas, derecha y fría,
aunque más viva que nunca.
permanente, incisiva.
Tu pelo tan transparente,
tus ojos, ¿quién los diría?
No llueven nada, no muestran,
Y sobre ellos tu alma estriba.
Me llamó la atención este poema o (no sé como llamarlo) texto.
ResponderEliminarNo expresan nada los ojos, y aún así son taaaan comunicativos. Qué loco como una mirada puede decir tanto. (: