domingo, 12 de abril de 2015

La habitación

El cristal turbio. La luz de la luna entra a duras penas en la pequeña habitación; la oscuridad es tal, que al entrar el haz lumínico, se pueden observar las pequeñas partículas de polvo que sobrevuelan en el ambiente. Las paredes blancas, sin embargo, apagaban la oscuridad reflejando aquella luna pálida de abril. Es una habitación seca, fría (a pesar de que el suelo era de fieltro), llena de libros viejos amontonados.

Una figura de cartón representa la figura de una mujer. Está sobre un mueble construido en madera de roble. No tiene cabeza, brazos ni piernas... es sólo un torso gris con cuello, un viejo proyecto de artes del habitante del cuarto. A su lado, una pequeña casita hecha de madera —que alguna vez pretendió ser una lámpara— reposa tranquilamente sobre la suciedad de la superficie.

Hay también un cenicero repleto de angustias y secretos, cuyo guardián prefirió fumarse antes que expresarlos. El papel sirve para muchas cosas, no sólo para escribir. El tabaco restante en las colillas de esos cigarros armados a mano es el último cómplice de aquellos misterios enterrados para siempre.
El acolchado, color rojo sangre, está totalmente desparramado sobre la cama y las sábanas brillan por su ausencia, salvo la de bordes elastizados, que está llena de hebras de tabaco, polvo y brillantina de un viejo carnaval.

La cama vieja tiene aproximadamente sesenta años. No es broma. Es heredada; de cuando las cosas se hacían para durar. Es estilizada a pesar de la historia de pobreza con la que carga. También carga con un pentáculo colgado, con la punta del espíritu apuntando al cielo. Sobre la cama, el colchón sosteniendo todo lo mentado anteriormente, y algo más.

Al lado, la mesita de noche. En ella hay veintitrés libros apilados en una sola columna, un paquete de tabaco, otro de hojillas, unos cuantos encendedores, fósforos, vasos vacíos, blisters llenos de pastillas y otros vacíos. Hay una navaja, un Athame, una Gilette falsa y una verdadera, dos serpientes de goma, un par de lentes, una libreta y un lápiz. Una mesita un poco macabra.

Dos guitarras mudas hay en la habitación. Dos guitarras que alguna vez supieron vibrar al ritmo del dolor, de la pasión, del amor, del desinterés, de la agonía. Las guitarras que pasan sin pena ni gloria por este mundo, que sólo salvan una vida ocasionalmente. Guitarras. Guitarras. Los únicos amores verdaderos del mundo, las guitarras. No son celosas, y son las mejores compañeras.

Una silla sostiene una pila de ropa con poco uso. No hay mucho que agregar, mejor volver a la cama, ignorando los infantiles cuadros de las paredes, la ropa, los libros y los modelitos en madera y cartón.

El colchón está sosteniendo un cadáver en este momento. Sí, mientras tú lees esta bazofia, hay un muerto en vida que escribe para tí. Para que me veas por dentro, conociendo sólo los detalles de afuera. En la parte de pared que da contra mi cuerpo no-muerto hay manchas de sangre y pegotines de estrellas que brillan en la oscuridad.

Buenas noches, mi amor.

sábado, 11 de abril de 2015

a VECes

Muero POR DEntro y no QUIerO resuCITAR
mieNTRAS no teNGa unA RAZón paRA haCERlo.
Quizá no sea la mejor forma.
Mis letras están podridas y lejos de la belleza.
Mis letras salen de las cañerías de la lejana ciudad vecina.

Porque ahí me obligan a forjarme.

Hoy escribo por escribir.
Porque se me da la gana.
Porque no quiero que rime nada,
y porque no quiero seguir

aplastado,

mo
ri
bun
do.

A veces
            es difícil
parecer
            un humano
entre la
            humanidad.

Siento cómo voy siendo cada vez más pequeño,
y me escondo igual que siempre, en mi carcaza.


Mi causa no es otra que la tuya;
tu captura, mi rendición.
¿Redención? No la conozco
A esta vida le falta ser un comprimido recubierto

Tu semblante inequívoco parece desconfiar,
noto tu vista clavada en mí, por unos
pocos segundos que parecen
ser horas muertas, sólo
pienso en poder
guardarlas
en mi
bols
ill
o
                      ¿No hay nada para decirte? Sí:
Y
no
habrá
reglas que
me impidan ser
esto que soy ahora
aunque me avergüence,
y no pueda siquiera mirarte
a la cara. Esa hermosa cara de oro,
purpurina, ópalo, circonio, marfil, tuya.

Quién pudiera poseer semejante ardor en la mirada
Quién pudiera.
Compadre, si usted la viera... se quedaría mudo.
Compadre.

Si me viera en este momento ella, compai.
Ella sabe que no parezco más que un raído colchón
como el de la hermana de la coneja.

Y
quizá
sólo
eso
soy.

YO.


XI - IV - XIV

lunes, 6 de abril de 2015

Desperté hace una hora, sin razón, pudiendo haber dormido al menos unas horas más. El asedio de la tristeza de anoche fue muy fuerte... una suerte de ataque terrorista que devino en una bomba de llanto y dolor, dolor, dolor. ¿Cómo voy a levantarme de esta cama, si ni siquiera tengo ganas de respirar? Parece que esta mañana va a ser una lluvia de cuchillos y navajas sobre mí. Ojalá llueva para limpiar todo este rencor, el sufrimiento, lo que sea que llevo dentro carcomiéndome.
...
Oh, La lluvia, por fuerte que sea, no va a limpiarme por dentro.

jueves, 2 de abril de 2015

Sentirse una partícula en el universo. Serlo, ser consciente. Confundirse ante la inmensidad del infinito.
Ser un cardenal sin jopo rojo, negro y sin brillo entre una bandada de pájaros alegres y multicolores.
Ser.

Todo una mierda.