sábado, 25 de mayo de 2013

¿Dónde están tus otoños y mis inviernos? Me pregunto si habrán naufragado en un vaso, hundidos por los secretos y las confesiones. Las hojas que caen y los últimos calores antes del frío extremo son un buen marco para dejar que nuestros pasados saquen chispas, para desnudar nuestras almas amigas ante los ojos del otro. Acá está tu otoño; entre café, cigarros y tinta se nos fue el tiempo, inconcebible y llano. Masivo y lineal. Inabarcable. ¿Cuánto por descubrir habrá detrás de esos lentes oscuros? ¿Cuánto para compartir detrás de tus ojos tristes? ¿Cuánto apoyo encontrarás bajo esta sombra que flaquea con los vientos más suaves?

Luego vendrá otra época. Ya no habrá hojas cayendo, ya no habrá calores agradables, y el sol no iluminará tu cara al leerme. Será todo nubes, lluvia y gris... invierno. Yo, pez en el agua. Vos, no sé. ¿Cuánto dolor podés ver a través del cristalino río que me atraviesa? Ahora que me conocés un poquito más te lo puedo preguntar sin el sonido a víctima del que hablábamos.

Un bar del centro en la mañana puede ser un lugar místico, mágico, trágico. Puede ser todo eso a la vez. Tu brazo se extiende en un momento para entregarme tus memorias, tus desdichas, tu pasado y tu presente, y poder leerlos. Qué gusto me da. Desde el cielo despejado, la lluvia de verdades nos azotaba, movilizándonos por dentro y secándonos por fuera, solo un poquito más.

¿De dónde vendrá la magia del café? Quizá de compartirlo con otros corazones rotos, con otros dolores, con otras circunstancias, pero con los mismos amigos...

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