sábado, 20 de julio de 2013

XXIV-VI-XIII

¿Cómo puedo comenzar a escribirte? Y si puedo hacerlo, ¿Cómo hacer para que tus ojos oscurecidos me esquiven la mirada? O, Fräulein... ¿Qué me ocultás detrás de esas mieles? No tengo respuestas todavía, mi pensamiento idílico es arrastrado violentamente, se lo llevan nuestros ríos, que nacen del mismo deshielo y se bifurcan casi enseguida en direcciones contrarias. Aún así, siento cierta necesidad.

¿Qué es este amor a lo imposible? Me siento ahogado en un pantano turbio, en un barro sin esperanza. Solo hay una cuerda de la que puedo agarrarme; es una cuerda ambigua que me puede hundir o salvar. No recuerdo bien el momento en el que comencé a hundirme, solo recuerdo el ruido sordo de mis pasos en el lodo rojo. De un momento a otro me vi a mi mismo con el agua al cuello.

O, Fräulein... profaname, leeme violentamente, entero, no tengas reparos. Desnudá mi alma y mordela fríamente, dejá que su sangre te recorra los labios con su verde calidez. Desangrala. Escuchala mientras grita con su voz perturbadoramente muda. Cortala con tus uñas para que sufra con todo el goce que el dolor provocado por vos le pueda causar. Mancilla sus brazos para que brote su agonía y se vaya lentamente, fluyendo por las grietas de tus manos. Ya no importa si me hundo o si me salvo, mi cuerpo ya no existe, creo. Si existe, que Cronos se apiade de él. Veo sobrevenir el caos en cada una de mis memorias, nunca a tiempo, siempre tarde. Horizonte. No solo no puedo llegar a él, sino que también tengo los pies trancados. Puedo soñar con llegar, pero no puedo ni siquiera moverme para intentar lo imposible.-

1 comentario:

  1. Lo imposible es tan tentador solo por el simple hecho de ser inalcanzable. La imagen de la mordida es simplemente genial.

    ResponderEliminar