domingo, 6 de abril de 2014

Las tablas del piso de madera de aquel apartamento cantaban al compás de los pasos de Juan, que llegaba a su hogar después de una larga jornada. Eran las cinco y media, y las gotas golpeaban los vidrios del ventanal, que dejaban pasar toda la claridad de la tarde que se iba lentamente al ritmo de un disco de blues.
Juan se sentó en la mesa con una humeante taza de café, mientras se consumía un cigarro entre sus dedos, cuya ceniza caía disciplinadamente sobre el cenicero. El humo bailaba en el aire viciado de la habitación, entre el aroma a tostadas, café y tabaco, sumado al olor a lluvia que entraba por la ventana de la cocina.

Stevie Ray Vaughan, en los parlantes, tocaba las últimas notas de The Sky Is Crying y en la cabeza de Juan se materializó la escena del momento en el que la vio por primera vez. Sí, a ella, la dueña de sus pensamientos. Ella llevaba un vestido, él una camisa. Parecía cualquier escena cursi de una película hollywoodense, ella pasaba a su lado sin notarlo, él no podía quitarle los ojos de encima, y para colmo, al Sol justo se le ocurría entrar a esa misma hora por una ventana del lugar en el que se encontraban, casualmente iluminándola a ella, dándole cierto aspecto de deidad. La mente de Juan se impregnó automáticamente de esa imagen.

Sonrió.

Nada había cambiado. Excepto la lluvia.

2 comentarios:

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  2. Jaja qué lindo... me encantó esta frase 'Juan se sentó en la mesa con una humeante taza de café, mientras se consumía un cigarro entre sus dedos, cuya ceniza caía disciplinadamente sobre el cenicero.' imaginé unas cenizas muy bien educadas...

    Esos momentos en que uno se pierde en algún recuerdo y parece que pasó mucho rato, pero todo sigue igual :3

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