miércoles, 9 de abril de 2014

La mañana se iba lentamente, mientras afuera se llenaban las calles de gotas, que se convertían en riachuelos contra el cordón de la vereda. El cielo parecía un conjunto de pinceladas grises y blancas que oscurecían el ambiente. El apartamento vacío y solitario de Juan, con sus ventanales, era testigo de la claridad tranquilizadora.

El sonido de la lluvia parecía imitar el ruido de los discos de pasta que acariciaban la aguja de la vitrola, le daba cierto aire al ambiente, como si corrieran los años '40. Todo parecía decolorido, sepia, hasta blanco y negro. El sonido de los Kansas City Six aportaba invaluablemente a esta sensación; la lentitud de su "Four O'Clock Drag" se condecía con la parsimonia que reina siempre en los días de lluvia.

Las luces brillantes de los negocios parecían caídas, como temiéndole al brillo de las nubes. Es curioso ver cómo avanza la vida cuando un jazz bien lento ameniza las horas que parecen ser arrastradas por el ritmo del hi-hat. Cómo se esfuman los colores, quedando únicamente gris y la sensación de "blues".-

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