miércoles, 30 de abril de 2014

La habitación cuadrada. Los ventanales y el suelo de madera gastado, que cruje al pisarlo. La claridad del cielo gris colándose por los vidrios. En una esquina, un piano negro. Un piano de cola iluminado y resplandeciente, viejo cantor silencioso que observa y canta para sus adentros. Sus teclas (hoy amarillentas) parecen cansadas, como si estuvieran peinando canas, con pocas ganas de ser presionadas... memoriosas de otros tiempos de mejor estado.

Una presencia vacía rondaba la habitación con la impotencia de no poder tocar ese piano, presencia que atormentaba —sobre todo en los momentos de soledad— al habitante del pequeño apartamento. Gritaba silenciosamente en los momentos de hastío, y callaba ruidosamente en los momentos breves de esperanza. Sobre el piano había un folio negro desbordado de partituras en tonos menores. Un conjunto de añoranzas quejumbrosas, alaridos de dolor ante la incertidumbre, la desesperanza, el rechazo y el adiós; todas ellas dedicadas a la misma memoria. Pasajes líricos sobre la mujer, el vino, el humo y el café en desvelos.

Mientras caía la noche temprana y la oscuridad comenzaba a reinar en aquella habitación semi vacía, llegó Juan para notar que no había luz eléctrica. Olvidó pagar. Olvidaba todo, menos lo que debía olvidar. Mientras encendía las velas, oía el sonido del viento que se colaba por las ventanas, el sonido de las cortinas y la ciudad.

Puso una vela al lado del piano y se sentó en el banquillo para arrancarle notas a las teclas. Re, Mi, Fa, Sol, La, Si bemol, Do, Re. Re-Fa-La. Perfecto. Lentamente, las emociones fluían en el aire como humo, acompañando las pitadas entrecortadas a un tabaco más bien grueso que colgaba de los labios de Juan.

El tormento que producía el recuerdo parecía apaciguarse a cada nota, el dolor se aliviaba en aquella melodía triste y dejaba paso a un leve placer que aumentaba. In voluptas dolor, liberación, expiación. En su música aletargada se reflejaba la tranquilidad reinante, mientras fuera comenzaba a llover. Una lluvia suave, lenta, débil. Una "lluvia de frío". La percusión de las gotas en el vidrio se sumaba a la ejecución de Juan. Se iba asomando la madrugada sigilosamente, sin pensar en que el alivio, como llega se va.

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