lunes, 11 de mayo de 2015

Siempre pienso en mi piel cubierta por una fina capa de hielo, escarcha, o lo que fuese. La cuestión es que sea una gélida protección, frágil e incorruptible. Cuando se resquebraja el hielo, bajo la temperatura para que se recomponga.
¿Por qué el hielo? Por el daño. ¿Por qué el daño? Por dejarme amar mal. Nunca más. Hoy no soy un fino cristal que cubre un cuerpo, hoy soy un témpano. Hay un sólo camino para descongelarme.

Ya no permitiré que te acerques con fuego, porque voy a congelar tu antorcha de un silbido...

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