viernes, 1 de mayo de 2015

El muerto se levanta desganado y camina un paso hacia la realidad, esa de cada día, en las que el reloj hace girar sus agujas como si fuera un ventilador y al mismo tiempo con la dura sensación de que el tiempo no avanza. Lo único circular que el muerto le ve al tiempo es, justamente, la dirección de las agujas, no lo concibe de otra forma. ¿Es que acaso se lo puede ver de otra forma, cuando lo único que se espera de él es el deterioro y sus trágicas consecuencias?

En este esfuerzo por dar el paso hacia la cotidianeidad, se implica necesariamente una intención (al menos mínima) de avance hacia un futuro nebuloso, inestable, casi inexistente. Un riesgo difícil de tomar para quien teme incluso al presente; un puente de maderas en estado dudoso que se debe cruzar bajo lluvia.

Pero... ¿por qué, con qué fin?

Ya echamos el resto, no hay vuelta. El partido ya está perdido.

1 comentario:

  1. Qué bueno, re interesante lleno de extrañamiento!! Te hace preguntarte cosas bajo esa lluvia cuando todo lo que somos es madera!!

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